El pasado 12 de abril, nuestro compañero Alfonso Cassinello participó en la Maratón de Viena, con una gran actuación pese al poco tiempo que tuvo para prepararse. Esta es su crónica:
Maratón de Viena… por el más amateur del CD Algaida - Tarso.
Llegada al hotel de Viena el viernes por la noche, cerca de las 23:30. Cansado del viaje y algo nervioso… sin hambre pero con el runrún en el estomago, no sé que tal voy a dormir… Me apetece mucho una cerveza y no me evitar bajar a la cafetería del hotel… al final caen dos. Seguro de que no es lo mas recomendado en la dieta! Duermo como un niño pequeño.
El sábado, las clásicas preparaciones, paseo por el centro de Viena, pasta al mediodía, recogida de dorsales y vuelta al hotel para poner las piernas en alto y sobrehidratarme. Otro paseo antes de cenar mas carbohidratos (un risotto riquísimo… y su cerveza). Paseo de vuelta a dormir. No puedo evitar pensar cuando me acuesto que tal vez he caminado demasiado… Me noto las piernas más de lo que quisiera y solo quiero descansar. Ibuprofeno y a dormir.
Suena el reloj a las 6:30. Ha llegado el día. Las previsiones dudosas de lluvia me tenían muy preocupado. Miro por la ventana y el cielo es azul… aunque no puedo ver el viento que con una previsión de 30 a 40 km/h y lo frio que corre allí, tira fuertemente hacia abajo del termómetro que ya a esa hora marca 7ºC. En la mochila, dos ibuprofenos, las mallas largas, manguitos, la braga y la camiseta de entreno de manga corta. Me visto con la equipación completa y del C.D. Algaida-Tarso
Tras desayunar me dispongo a ir al hotel del resto de la expedición (15 min mas de paseo matutino). Me encuentro fantástico. El aire no parece vaya a ser un problema. Hace frio pero creo que la meteorología va a ser idónea.
Ya en el metro, nos vamos encontrando más corredores. Empieza el ambiente, nervios, no localizamos los camiones para dejar las mochilas, nos perdemos unos de otros…. Pero al final, y como siempre ocurre en estos casos, nos reencontramos y juntos entramos en el cajón.
Empieza la carrera. Con los nervios de la salida Juan se dobla el tobillo. Es increíble, después de tanto entrenar, como la carrera se puede ir al traste antes de 100 metros. Emilio e Indalo rápidamente se marchan con un ritmo más vivo. No estoy seguro si seguirles o quedarme con Juan quien con algo de dolor puede seguir para afrontar su cuarta maratón. Le pregunto si los buscamos… pero prefiere no forzar porque la carrera es muy larga. Me fio de su experiencia. No puedo evitar recordar el trail de Cabo de Gata donde tan caro pagué los esfuerzos primeros kilómetros. Ciertamente estaba mucho menos entrenado en aquella ocasión y son carreras muy diferentes… pero en cualquier caso, me ciño al plan inicial, ritmos tranquilos y a ver como avanza la carrera. Ya veremos cómo vamos en el km 30… si llegamos. Mi objetivo de acabar más o menos entero y bajando de las 4 horas. Marchando por debajo de 5:35 no voy a tener problema. Entonces me doy cuenta que el GPS no me está cogiendo la señal… no cuenta la distancia. Reseteo la aplicación, vuelvo a arrancarla, y tampoco… con una sensación de impotencia decido olvidarlo y centrarme en correr, Juan me va a decir los tiempos y no tengo que preocuparme del reloj… aunque no puedo evitar la rabia al pensar que no se va a grabar la carrera en mi historial.
Ya ha pasado el primer kilometro, tiempo 5:30… cuantas cosas han pasado… empieza el silencio y la concentración, miro a un lado y otro, acabamos de cruzar el Danubio y avanzamos por lasallestrasse donde el publico empieza a gritar a nuestro paso. Segundo kilometro, 5’20’’, giramos a la izquierda buscando el parque Prater, una amplia arboleda, recta, llana, interminable…y nos clavamos en los 5’15’’ los siguientes kilómetros. Empezamos a darnos cuenta que Viena no es tan llana como parece, tiene unos desniveles mínimos, a veces a favor otras en contra, pero nunca a nivel.
Van pasando los km y hacia el 7, empiezo a notar una molestia en el tobillo. El mismo que en mi última tirada larga de entreno me hizo pararme a los 23 kms. Me preocupo. No sé cómo va a evolucionar.
En la puerta del hotel Sofitel, nuestros compañeros de expedición nos gritan y nos aplauden. Como se agradece ver caras conocidas. Que subidon!! Los 10 km llegan y el tiempo de 52’ y algunos segundos me confirman que voy conforme al plan. Aparte del dolor, me siento muy cómodo, más aun después de tomarme el primer gel. Los km siguen perfectos, hemos pasado algunos puntos con mucho público y me llama la atención el continuo pop-pop-pop con que animan los austriacos a nuestro paso…. El dolor del tobillo se agudiza y me doy cuenta que se me ha olvidado tomar el ibuprofeno. Por momentos los pinchazos son muy dolorosos, pienso que me quedan aún 30 kms y será imposible llegar a meta. Me doy hasta el km 15 y si no me retiraré... Parece que se calma un poco… vamos a darnos hasta el 20.
Kilometro 16 y algo raro pasa. Empiezan los relevos. De repente empieza a adelantarme gente corriendo como locos… y también entran algunas personas que prácticamente no se mueven. Se montan atascos y pierdo el ritmo. De vez en cuando pregunto a Juan como va, y asiente diciendo ok, parece que su tobillo aun en caliente no le duele… pero me da la sensación que vamos un poco mas lentos… efectivamente, empezamos a rondar los 5’30’’ por km. Por el 18 hay una cuesta muy tendida pero larga… y oigo a Juan renegar de las pendientes… seguimos juntos, en próxima cuesta abajo apretaremos un poco. Tomo el segundo el gel y se rellena el tanque de energía. Pasamos la media maratón con 1h 53 m. Sigo perfecto para el objetivo de bajar las cuatro horas. Juan me dice que me vaya pero sigo sin fiarme, aun queda mucho…
Mi dolor del tobillo va y viene, creo no va a ser un problema.
Estos kilómetros son magníficos, estamos pasando frente al Museumsquarter, el Volkstheater, la Opera, Parlamento, La Plaza de los Héroes, Ayuntamiento, Shottentor. Muchísimo publico aplaudiendo al paso, y el continuo pop-pop-pop de ánimo de los austriacos. La temperatura, ideal. Que manera de disfrutar de la carrera!!! Es una experiencia impresionante!!!.
Nos salimos algo del centro y sigo encontrándome bien. Subiendo la Pratterstrasse, hacia el km 25 empiezo a ver que a Juan no me sigue. Se ha descolgado un poco y el ritmo lo estamos perdiendo, le espero, me engancha pero vuelve a quedarse. No me busca con la mirada y esta fijo en el asfalto. Pensaba acelerar en el 30… pero me digo que me queda un entreno de 15kms y creo ha llegado el momento. Intento hacerle una seña, pero no me está mirando. Decido cambiar. Aprieto el ritmo y las piernas responden perfectas. No tengo referencias de tiempos, pero si empiezo a ver como muchas de las caras que me han acompañado a lo largo de la carrera se van quedando atrás. Adelanto a uno, dos, tres, diez, veinte… pierdo la cuenta. En el km 29 están Rocío y Javi para darnos ánimos, no los veo pero ellos a mi si. Rocío preocupada al no ver a Juan conmigo me pregunta por él, le digo que viene muy cerca, a un minuto como mucho. De repente veo a una chica que va como una moto. Dejo que me marque el ritmo. Me cruzo con Juan y nos damos ánimos y le indico que su mujer le espera pocos metros mas adelante. Tb me cruzo con Emilio, está en el km 35 cuando yo voy por el 32. Le grito y apenas me contesta, veo que tiene mala cara… sigo la estela de la chica sin dejar de adelantar corredores.
Algo vuelve a pasar, y el grupo se parte. Unos giran hacia un lado y otros siguen rectos… ¿que pasa?... ¡otra vez los relevos! Miro a un lado y otro, y me grita el publico con señas que siga recto. ¡Que desastre de organización!!. Otra vez el descontrol como en el kilometro 16, vuelvo a perder el ritmo y también a la chica… Me tomo el cuarto gel. Estamos otra vez en el parque Pratter, otra vez la arboleda interminable, más aún si cabe por el peso de los kilómetros… es un camino de ida y vuelta. Que poco me gusta esto cuando son tramos tan largos, o eso parece ya con el cansancio. En la distancia vuelvo a ver a Juan, pero no se fija en mí, sino en alguien que va 50 metros delante de mía. Es Indalo, que en el km tres se descolgó de Emilio y lleva toda la carrera solo. Juan le avisa que estoy detrás, y cuando me ve, se le ilumina la cara. A mí también. Me dice que no va bien, no se ha encontrado en toda la carrera… así que decido marcar el ritmo y empezar a tirar. Dudo entre dejarle o seguir juntos… pienso que un compañero para los últimos kilómetros no tiene precio, además de no estar ya tampoco muy sobrado. Ahora me doy cuenta que buena decisión tomé. Seguimos avanzando y hacia el 38 me llega el mazazo. Voy muy cansado. Tomo el último gel buscando algo a lo que agarrarme. Hacemos una parada para desaguar ya que es mucha el agua que se va bebiendo, Indalo sale delante despacio esperándome, y cuando voy a arrancar, las piernas simplemente no van. Cada una pesa como 30 kilos, un paso, otro… Entoces Indalo muy despacio me va marcando llevando, poco a poco, pasos muy cortos...…. La sangre vuelve a circular y la sensación de pesadez me abandona, ya es solo cansancio… Nadie dijo que iba a ser fácil. Se sabía que se iba a sufrir y es lo que toca en estos últimos 5 últimos kilómetros. Hablamos y decidimos trotar súper tranquilos. No merece la pena pasar un mal rato o vaciarnos. El tiempo no va a ser bueno y los dos lo sabemos… así que vamos a terminar disfrutando. En silencio seguimos trotando, con las continuas subidas y bajadas de la ciudad… el pop-pop de los espectadores, que ya están hastiados de animar durante tantas horas.
Es el momento de agradecerles sus aplausos, y empiezo a jugar con ellos. Les grito, choco las manos, nos lanzamos besos al aire y les digo frases de agradecimiento mientras bailo al ritmo de la última banda de animación (muy cutre toda la carrera). Ya lo tenemos hecho, me empieza a entrar la congoja del último kilometro, cuando pasamos por segunda vez la impresionante Karlsplatz. Justo en la esquina del ultimo giro antes de afrontar el arco de entrada a la plaza de los héroes, nuestros fans nos están esperando otra vez. Locos de contentos cuando ven que voy con Indalo y a menos de 300 metros de la meta, nos gritan como auténticos hooligans!!!.
Pasamos el arco y veo el reloj. 3h59’xx’’. No lo puedo creer. ¿Que voy a tener que esprintar ahora cuando solo faltaran menos de 200 metros? Nos miramos y sin mediar palabra cambiamos el ritmo, apretamos el paso, los segundos pasan y vemos que pasaremos sin problema, nos damos la mano y cruzamos la meta en 3h59’46’’. Después habrá que quitar los 5’ de intervalo entre salidas.
El abrazo de rigor, la medalla al cuello, la acera mas cercana con una valla en la que apoyarse y a empezar a estirar, al tiempo que bebo todo lo que me dan. Una foto, recuerdos para los hijos, los amigos, compañeros del club, familia y el sentimiento casi indescriptible de haber pasado la meta.
Muy muy cansado. Muy muy feliz.
Si, esta vez lo tengo claro. El maratón me ha enganchado. A diferencia de cuando terminé en Sevilla, esta vez si lo sé. Londres ya me está esperando.
Enhorabuena crack!
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